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Un día más



Bueno, esta vez lo que vais a leer no es mío; es algo que escribió la otra persona que tiene vela en la relación que ha hecho que Vic vuelva a estar asentada, que vuelva a pensar las cosas dos veces, Jem. Esa persona que tanto ha ayudado a Vic tanto cuando estaba bien, como cuando estaba mal, gracias mil, y sobre todo es un placer poder tener una relación con tu personaje. Después de haberos metido esta parrafada, deciros que esta entrada va en paralelo con una anterior que yo escribí (Le longue attend), y bueno, dicho esto, espero que os guste casi tanto como a mi. 







Por fin terminaba la guardia. Escucho a mi compañero acercarse e intercambiamos algunas palabras de ánimo antes de que él se ponga a patrullar donde yo lo hacía hace unos minutos. Camino hacia mi barracón, cansado, sientiendo cada paso como un mazazo. El agotamiento físico y psicológico se mezclan y me siento exhausto.


Hace frío y la humedad cala los huesos y parece aún más profunda al recordar que ella no estará allí para darme su calor. Llego al barracón que comparto con Armand, Renee, Pierre y Raoul. Lo bueno de ser hijos de quienes somos es que tenemos privilegios como poder compartir un barracón sólo con otros cuatro soldados. 

Me desplomo en el incómodo camastro y me quito las botas y me desnudo intentando no pensar en las escenas de muerte, sangre y pólvora que asolan mis sueños últimamente sin éxito.


Me tumbo y los muelles se me clavan en la espalda; irritado me giro e intento ignorar los escandalosos ronquidos de Pierre pero sólo puedo pensar en la guerra, en el hombre al que disparé a bocajarro ayer, en el soldado al que apuñalé antes de ayer. Sangre y muerte y sangre y muerte. Me revuelvo sin poder dormirme con esas pesadillas despiertas y me siento en el borde del camastro a pulir mi impoluta espada observando obsesivamente el escarabajo azul que cuelga de la empuñadura y que me hace añorar unos ojos de un azul distinto pero igual de intenso y su cabello rubio entre mis dedos y su piel entre mis brazos. Ese regalo inocente que significó tanto y a la vez tan poco en comparación con círculo plateado que me rodea el dedo anular. Me tumbo y lo miro y se me encoge el estómago al pensar en todos estos hombres que llevan semanas sin ver a sus mujeres, meses e incluso años y todos los que nunca volverán a verlas. Estúpidos reyes con sus estúpidas guerras.

Es viernes, creo, el tiempo pasa distinto entre la pólvora y el acero, es viernes y yo no estoy con ella. Presiono el frío metal contra mis labios y parece arder. "Sé fuerte" me digo "Sé fuerte por ella, para volver a estar con ella, como le prometiste" y con esa promesa me duermo, no más sosegado pero retomando el espíritu guerrero que me mantiene vivo un día más.






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