Un sonoro portazo retumbó en la pequeña estancia cuando Vic cerró la puerta con fuerza. No, no había nada bueno para ella, ni si quiera el mundo podría tener algo de sentido ahora. Fuera, en Londres llovía, como cualquier día más, como otro día más. La única diferencia es que ahora también lloraba ella.
No esperaba que el amor surgiera rápido, no quería dejarse llevar a una relación tan duradera y complicada como la que tuvo con Jem. Por una vez, abandonó su parte racional y sólo se dejó guiar. Sin pensar, sin cuestionarse el cómo o por qué, se encontraba besando los labios de aquel joven que la transportaban a mundos que no hubiera llegado a pensar. Caricias que le movían las mariposas del estómago, y la hacían temblar como una hoja al viento.
No, no había planeado nada, porque por una vez se volvía a sentir ella, sin tapujos ni tapaderas. Sólo ella. No había explicaciones que dar, nadie con quién contar. Por eso no se protegió, porque por una vez parecía que la vida le sonría, que el mundo empezaba a brillar, que por fin el mundo tenía razón y a algo maravilloso le iba a suceder.
Acurrucada, abrazando las piernas a su pecho y llorando pensó en las pocas palabras que se dijeron, en la felicidad que durante unos breves intantes parecía reinar en su vida. Lloró, lloró por las esperanzas falsamente construidas, en las ideas que apenas eran para unos días después, en los viajes que aún ni si quiera se habían imadinado. Lloró. Y no había nadie que fuera a consolarla, que simplemente le prometiese que eso volvería a salir bien. No. Por una vez no iba a ser fuerte, se había cansado de ser la mujer de hierro, la impasible, la que nunca se fiaba de los demás. En aquel instante Vic sólo era esa niña que corría a acurrucarse con sus padres en las noches de tormenta, que lloraba cuando se caía y a la que sólo calmaba el color azul de Teddy en el pelo.
La vuelta a Londres, aquella que por un instante parecía ir viento en popa, volvía a torcerse. Recordándole a la muchacha rubia que aún tenía mucho por lo que dar explicaciones.