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El fin de una era





La luna blanca en el cielo brillaba con más fuerza que nunca. Parecía raro, pero al final le había acabado cogiendo cariño a aquel estridente y pomposo lugar. A sus clases de protocolo y sus interminables lecciones sin sentido que hacían el día a día más pesado que nunca. Sabía que esa era la última noche en aquel castillo, sabía que no había marcha atrás esta vez. Pero allí, en su mirador favorito, todo tenía sentido. Muchas veces había escuchado eso de "El amor mueve el mundo", y por una vez estaba segura de ello. Si tan sólo le hubieran llegado a decir hacia nueve meses a Victoire que le rogaría a sus padres que la dejaran ir a Hogwarts por él, se habría reído de todos ellos en su cara. Pero al final hasta ella, hasta la chica de hielo, había caído... No sabía que era lo que peor le sentaba: haber fallado a esa estúpida promesa que hizo de no dejar que un chico le afectara tanto; o que fuera por Teddy, por el ahijado de su tío Harry. No había sido fácil volver a plantarse frente a la tribu de pelirrojos que eran los Weasley, pero lo había hecho, y al final parecieron perdonarla. Pese a ello, Vic sabía que las cosas no mejorarían así porque así, y por eso volvía a casa; por eso tenía que esforzarse más que nunca en demostrar que realmente estaba arrepentida. Atrás quedaban un montón de gritos y malas caras, de arañazos "sin querer" y tropezones "accidentados", de malos comentarios y miradas de asco. No, Ted le había demostrado que eso no era lo correcto y a partir de la vacaciones que empezaban al día siguiente tenía que ser capaz de demostrárselo al resto. 

Tan absorta estaba en sus cosas que no escuchó los pasos que comenzaban a sonar desde el final del pasillo, como aquella tarde. Los mismos pasos de la misma persona. Cuando se quiso dar cuenta, Arléne ya estaba sentada a su lado, con su melena morena tan perfecta y arreglada como siempre. Ninguna de las dos dijo nada, no hacía falta. Ese pasillo de amplios ventanales había sido su sitio, aquel lugar donde comenzó su amistad de verdad, aquel pasillo donde quedaban para hablar a solas,allí donde se intercambiaban la ropa para volver más locos aún a sus compañeros... Parecía increíble que esa fuera la última vez que ninguna de las dos se fuera a sentar allí. Vic se iba a Inglaterra, a dar sus dos últimos años en Hogwarts, para Arléne esa era su última noche como estudiante de magia. Un par de pisos más abajo les harpies (las demás chicas de la escuela las llamaban así, y al final lo acabaron cogiendo como símbolo de identidad) estaban celebrando una fiesta para todos aquellos que quisieran pasarse, siempre y cuando Madame Gogda no se enterara. Pero en ese momento ambas necesitaban pensar, pensar a solas en su futuro... en cómo iba a enfrentarse Vic a su familia y Arléne a la perfecta de su hermana melliza. Los minutos pasaron y ninguna dijo nada, sólo, cuando Vic tuvo la suficiente fuerza, cogió la mano de Arléne con la suya, estrechándola con fuerza antes de volverse a ella. 

-Allons, Arlene, cela n'est pas il final

Ambas se levantaron en dirección hacia la fiesta y el ruido, tan diferentes en apariencia, pero tan iguales en cuanto a esos pequeños detalles en los que nadie se fijaba, pero que llegarían a mantenerlas unidas a pesar de lo que la gente opinara.