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2 de Mayo


Cómo no creo que haga falta introducción, esta vez no la tendréis.



Amaneció en Shell Cottage como una fría y ventosa mañana en la que todo parecía indicar que nada había cambiado salvo el olor de la mantequilla fundida que se deshace sobre la sartén vieja de hierro tan grande y plana que podría servir de espejo. Frente al fuego un hombre con el pelo rojizo recogido en una coleta, pero pese a ello comenzaba a verse que por mucho que quisiera, ya no era el joven que unos pocos años antes había sido padre por primera vez. Frente a Bill Weasley la masa para hacer crepés que ayer por la noche Fleur dejó preparada, y menos mal que lo hizo, o si no el hubiera sido capaz de matar por intoxicación a su princesita rubia, o eso pensaba él. Con sumo cuidado fue haciendo una a una las crepés hasta que apiladas unas sobre otras alcanzaban una altura similar a las manitas de Victoire y las puso sobre una bandeja junto con una taza con té con azúcar, mucho azúcar antes de comenzar a subir las escaleras con cuidado de no hacer ruido, no quería despertar ni a su esposa ni a la pequeña bebe pelirroja que dormía con Fleur. En ese momento sólo quería despertar a Victoire, a la pequeña niña que dormía en la habitación del final del pasillo. Con cuidado abrió la puerta, esperando poder despertar a la niña, pero un grito inesperado le sorprendió haciendo peligar el contenido de la bandeja que llevaba en las manos.

-¡PAPI! -chilló la niña rubia que ya esperaba sentada en la cama, mirando a su padre con ojitos soñadores. No podía llegar a entender como a la gente le daba miedo su padre si era más guapo que su madre con creces.

-Victoire, ¿piensas dejar de hacerme esto todos los años? -preguntó de la manera más retórica que pudo Bill mientras se acercaba a la cama de la pequeña y dejaba el desayuno sobre la mesilla- mi niña se hace mayor,¿ cuántos era ya? ¿Cinco, cuatro?

- Seis -espetó la muchacha rubia marcando los deditos con una enorme sonrisa en la que se podían ver que faltaban un par de dientes.

Bill observo a su pequeña princesita y rió con fuerza cogiéndola por las axilas, elevándola por encima de su cabeza al sacarla de la cama. Sería cierto que Victoire había cambiado cada vez más con la llegada de cada nuevo primo, volviéndose una niña insoportable en cada momento familiar de los Weasleys, siendo una copia exacta a su estirada tía. Pero en esos momentos en los que sólo estaban padre e hija Victoire volvía a ser aquella niña que sonreía y se reía en todo momento. Bill no pudo evitar pensar que su hijita parecía dos personas completamente diferentes, y eso le dolió. En cambio la pequeña Victoire sólo reía y reía, habría pocas personas con las que se permitiera ser ella misma, pero su papi era una de esas personas, él siempre le hacia caso, siempre tenía un par de palabras cariñosas para ella, siempre era sólo ella, salvo que la pelirroja perfecta apareciera. Pero no, Vic no quería pensar en Dominique ahora. Ahora sólo quería desayunar con su papi, salir después a recoger conchas e ir por la tarde a la Madriguera para comer la tarta que la abuela había hecho para ella, y que la gente fuera tan feliz que lloraran a escondidas. Eso era lo que quería. No sabía que hora era cuando empezaron a desayunar los dos juntos, pero el sol fue saliendo a medida que las crepés fueron desapareciendo poco a poco. Pero este año al final no había ningún papelito que le indicara la pista para encontrar su regalo. Y eso no le gustó a Victoire.

- Papi, ¿y mi regalo? -pregunto Vic analizando el plato, levantándolo para mirar si la nota esta esté año bajo él.- ¿y mi regalo? -dijo con los ojos brillantes, pensando que sería sólo una broma.

-Tu regalo este año no va a ser algo físico -pronunció Bill con la voz grave y la vista fija en la carita cambiante de su hija.- cámbiate y nos iremos a por conchas. Te espero abajo -dijo como última respuesta Bill antes de desaparecer por el quicio de la puerta y que el ruido de las escaleras confirmara que había bajado a la cocina a dejar los trastos sucios del desayuno. Con rapidez Vic se levantó de la cama, buscando algo que ponerse mientras tiraba el resto de la ropa del pequeño aparador por el suelo de la habitación sin molestarse siquiera en recogerlo cuando encontró la ropa que andaba buscando. Una melena rubia bajó corriendo los escalones, casi de dos en dos hasta plantarse en la puerta de la cocina mientras esperaba a que su padre apareciera por las escaleras y fueran juntos a fuera. Seguro que este año su regalo era tan grande que no cabía por la puerta, a lo mejor le habían regalado un caballo. Sí, eso era, le habían regalado un caballo. Victoire comenzó a dar saltitos junto a la puerta y se abalanzó al exterior cuando Bill abrió la puerta, pero allí no había nada. La cara desconsolada de Vic se fijo en la extrañada de su padre que tras unos segundo comenzó a andar hacia la orilla del mar, allí donde la arena húmeda y compacta no permite que te hundas en ella. La pequeña veela agachó la cabeza y comenzó a caminar al lado de su padre, arrastrando los pies hasta que llegaron a una roca saliente, que se adentraba varios metros en el agua y allí se sentaron.

-Victoire, ¿sabes lo que tu nombre significa? -comenzó a hablar Bill con la vista perdida en el horizonte

- Victoria- respondió la muchacha rubia sin comprender lo que quería decir su padre con eso.

-Eso mismo. Creo que ya va siendo hora de que conozcas el por qué de tu nombre- 

La voz del pelirrojo cambió al comenzar el relato, contándole a la pequeña todo lo que recordaba de aquella guerra, no sólo de la batalla que había sucedido ocho años atrás. La niña no podía hacer nada más que estar callada, escuchando como cuando su madre fue a Hogwarts un chico murió, y cómo un sádico hombre lobo llamado Greynosequemás le había hecho las cicatrices que ahora recorrían el rostro de su padre. Los sucesos se sucedieron, y las palabras comenzaban a ser más costosas cada vez en los labios de Bill. Pero cuando llegaron a la última noche, las lágrimas comenzaron a caer primero por las mejillas de Bill y después por las de Victoire, que no decía nada, pero no porque no quisiera, si no porque no sabía que podría decir, hasta que su padre le contó como se enteró de la muerte de su hermano, como había visto a su abuela llorando desconsolada al lado del cuerpo de uno de sus hijos, como su familia había sido destruída. Pero lo siguiente que la pequeña escuchó fue peor, un par de nombres, sólo eso: Remus y Tonks. Su mente sólo pudo irse con Teddy, su Teddy, el Teddy que nunca estaba en su cumpleaños, y ahora entendía el porque de todo. Cuando Bill terminó el relato, se quedaron callados los dos, mirándose el uno al otro hasta que fue Victoire quien hablo con el corazón en un puño y la voz rota.

- Papi, quiero llevarle chocolate a Remus- dijo en una sentencia firme. Si a Teddy le gustaba el chocolate, a Remus también habría de gustarle.  

Un día más



Bueno, esta vez lo que vais a leer no es mío; es algo que escribió la otra persona que tiene vela en la relación que ha hecho que Vic vuelva a estar asentada, que vuelva a pensar las cosas dos veces, Jem. Esa persona que tanto ha ayudado a Vic tanto cuando estaba bien, como cuando estaba mal, gracias mil, y sobre todo es un placer poder tener una relación con tu personaje. Después de haberos metido esta parrafada, deciros que esta entrada va en paralelo con una anterior que yo escribí (Le longue attend), y bueno, dicho esto, espero que os guste casi tanto como a mi. 







Por fin terminaba la guardia. Escucho a mi compañero acercarse e intercambiamos algunas palabras de ánimo antes de que él se ponga a patrullar donde yo lo hacía hace unos minutos. Camino hacia mi barracón, cansado, sientiendo cada paso como un mazazo. El agotamiento físico y psicológico se mezclan y me siento exhausto.


Hace frío y la humedad cala los huesos y parece aún más profunda al recordar que ella no estará allí para darme su calor. Llego al barracón que comparto con Armand, Renee, Pierre y Raoul. Lo bueno de ser hijos de quienes somos es que tenemos privilegios como poder compartir un barracón sólo con otros cuatro soldados. 

Me desplomo en el incómodo camastro y me quito las botas y me desnudo intentando no pensar en las escenas de muerte, sangre y pólvora que asolan mis sueños últimamente sin éxito.


Me tumbo y los muelles se me clavan en la espalda; irritado me giro e intento ignorar los escandalosos ronquidos de Pierre pero sólo puedo pensar en la guerra, en el hombre al que disparé a bocajarro ayer, en el soldado al que apuñalé antes de ayer. Sangre y muerte y sangre y muerte. Me revuelvo sin poder dormirme con esas pesadillas despiertas y me siento en el borde del camastro a pulir mi impoluta espada observando obsesivamente el escarabajo azul que cuelga de la empuñadura y que me hace añorar unos ojos de un azul distinto pero igual de intenso y su cabello rubio entre mis dedos y su piel entre mis brazos. Ese regalo inocente que significó tanto y a la vez tan poco en comparación con círculo plateado que me rodea el dedo anular. Me tumbo y lo miro y se me encoge el estómago al pensar en todos estos hombres que llevan semanas sin ver a sus mujeres, meses e incluso años y todos los que nunca volverán a verlas. Estúpidos reyes con sus estúpidas guerras.

Es viernes, creo, el tiempo pasa distinto entre la pólvora y el acero, es viernes y yo no estoy con ella. Presiono el frío metal contra mis labios y parece arder. "Sé fuerte" me digo "Sé fuerte por ella, para volver a estar con ella, como le prometiste" y con esa promesa me duermo, no más sosegado pero retomando el espíritu guerrero que me mantiene vivo un día más.






Le longue attend






El trabajo en la librería se había alargado más de lo esperado, y al final era media noche y yo acababa de salir del pequeño local cercano al Támesis. Incoscientemente comienzo a caminar sin ganas, cansada, no quiero llegar y que él no esté. El peso de los grandes libros que he de mirar para la semana que viene y el propio cansancio de haber pasado un día más fuera de casa me hacen ir más lenta mientras el ruido de los zapatos sobre la acera resuena en la fría noche. Los veinte minutos hasta el edificio en el que tengo el apartamento se alargaron hasta límites insospechados; pero una pequeña sonrisa se dibuja en mi cara al pensar que al final estoy en casa, mi casa. En el ascensor hasta la última planta, y allí la última puerta de la derecha. Un pequeño espacio se abre al pasar el umbral de la puerta, a la derecha ese mínimo pasillo en el que apenas entran dos personas que es la cocina separada del salón con una pequeña barra americana en la que ahora mismo descansan los pesados y antiguos libros, así como la cazadora, la bufanda y los guantes. Las luces tenues que iluminan la ribera del río son lo único que necesito para adentrarme hasta el dormitorio y tirar la ropa usada al montón... tendría que hacer la colada. Pero no tengo fuerzas ni para cenar, y me meto en la cama a duras penas. Es viernes, y no estoy con él... estúpidos franceses y sus estúpidas guerras, él tan lejos de mi, y yo sin saber siquiera si estará bien, o si esta será su última noche, el colgante en mi mano aferrándome a su primera muestra de cariño, a la más significativa, aunque no la más importante.. no, esa está en uno de los finos dedos. 
"Fuerte Vic, has de ser fuerte, se lo prometiste y tú siempre cumples tus promesas". 

Carta a Remus


Bien, y he aquí la segunda parte de la respuesta a tu pregunta. 










Querido Remus:

Se que en este momento pareceré una loca escribiéndole una carta a una persona a la que nunca llegué a conocer, una persona que nunca conocerá mi existencia, pero una persona a la que, al fin y al cabo, le debo tanto. Si, a ti, Remus, te debo el poder controlar mis sentimientos, el que mi tío Harry sea como sea, y sobre todo, a Teddy. Sí, eres una persona a la que le debo mucho, quizás demasiado, y creo que ya era hora de que te diera las gracias. Gracias por ayudar a mi padre cuando lo pasó tan mal por lo de Greyback, le diste fuerzas para después seguir adelante con su vida, para que yo naciera. Gracias por ayudar a mi tío Harry, creo que nunca se cansará de hablar de ti, al igual que de Sirius. Vosotros dos fuisteis la figura autoritaria que mi tío necesitó, vosotos le contasteis cosas sobre James, su padre, sobre Lily.... Le mostrasteis la importancia de la lealtad, de luchar por aquellos valores que se defienden pase lo que pase.

Creo que no habrá cumpleaños en el que no se os mencione, nunca, pero es un orgullo llevar a hombros lo que mi nombre significa, porque eso es una de las mejores cosas que tardé en aprender, pero que ahora no quiero perder por nada del mundo. Se que mis palabras serán complicadas, incluso retorcidas, pero hoy, 2 de Mayo, necesitaba escribirte estas letras. Remus, estate tranquilo, cuidaré de Teddy, pase lo que pase, lo prometo; pero a cambio tú has de prometerme que sonreirás desde donde quiera que estés, que serás feliz, pero que sobre todo, seguirás comiendo chocolate.


Muchos besos de alguien que no conoces, pero que te aprecia como a nadie.


Victoire Weasley

2 de Mayo






Un día lluvioso

Bien, retomando otro de los "mini-relatos" que me pidieron en Ask; un poco más elaborado dejo este; espero que os guste. Por si queréis saber cual es la pregunta que he elegido; es esta (Aquí ), y ahora, el relato, que poco mantiene del original. 





Las gotas de lluvia golpean el cristal de la ventana con fuerza, parece que fuera hace frío y viento, pero dentro de la cama se está calentito; mientras, las sábanas me mecen y acunan. Cerca, al otro lado dela pared, se escucha un incesante trajineo de cacharros; seguro que está haciendo la comida. Me giro buscando su olor aún entre las sábanas, ese aroma que me vuelve loca. saco la cabeza de entre las sábanas, lo justo para podar mirar el reloj que se empeñó en comprar. Es tarde, muy tarde, pero la fiesta de ayer por la noche tampoco nos dejó que llegáramos antes, el vestido y los zapatos están tirados sobre la alfombra, junto a su ropa. "Vamos, primero una pierna y después la otra" suena en mi cabeza tratando conseguir que me levante. La idea de una ducha me reconforta y el agua relaja los músculos llevándose el cabreo de la noche anterior y los restos de la copa que me tiraron encima. El ruido de la puerta al abrirse y unos pasos itermitentes delatan que ha ido a buscarme a la habitación. Ni un minuto pasa para tener sus brazos al rededor de mi cintura, su aroma a chocolate, sus labios sobre la piel de mi hombro que susurran cortas palabras con grandes sentimientos. El corto baño se extiende más de lo planeado, pero también mucho más dulce. 


La comida, sobre la encimera para no poner la mesa, pasa hablando de cosas sin importancia aparente, pero casi más relevantes que la Tercera Guerra Mágica en este momento. Huevos fritos y bacón que saben a gloria en estos momentos. La verdad es que todo en su compañía sabe a gloria, por muy tonto o sencillo que sea. Los dos evitamos comentar lo que pasó ayer por la noche, no fue agradable para ninguno. Por la tarde tampoco hacemos nada relevante, él juega con su cámara de fotos cómo si fuera la mayor maravilla del mundo, y yo leo un aburrido libro que me recomendó Rose en voz alta; no comprendo esa obsesión suya de escucharme hablar en voz alta. Al final reniego del libro, es un aburrimiento, si no fuera porque le prometí a Rose leerlo no lo habría ni tocado. Él y su maldita manía de no parar quietos me obligan a vestirme y salir al frío Londres. Un corto paseo por el centro se convierte en miles de retratos que se fijan con un "clic" mecánico cuando toma otra foto más. De vuelta a mi casa todo se vuelve gris y oscuro, mañana por la mañana volverá a París y habrá que esperar otros cuatro días para que sus brazos vuelvan a abrazarme.
Cenamos sentados en la encimera, de nuevo, con las luces tintineantes del Támesis entrando por la pared de cristal que da al balcón. El poco tiempo restante se pasa entre caricias y susurros que las mantas tapan y ocultan, compartiendo los secretos que nadie más comprendería. Fuera, el viento y la lluvia vuelven a chocar contra el cristal, pero ¿a quién le importa? 

Le commencement attendu


Bien, esta entrada surge al no poder contestar una pregunta en Ask. La pregunta decía así :" ¿Guecuegdas como fue tu pgimeg día en Beauxbatons?" Bien, contar un día es largo, y en ese primer día ocurrieron muchas cosas. Esto fue el comienzo. 




<<El sol se alzaba en lo alto del cielo; y la playa al sur de Francia donde se anclaba Beauxbatons parecía brillar con el reflejo de los rayos de sol sobre los cristales de la arena. No debía ser mucho más tarde de las diez de la mañana, pero hacía un calor cómo hacía semanas que no se tenía en Shell Cottage. El aíre tenía ese olor a mar; pero no se podía comparar con el que había en casa, a pesar de ser esto una decisión mía, no podía dejar de pensar que había, por lo menos, una persona en Inglaterra que ahora me estaría llamando. Levante la manga del nuevo uniforme azul y miré el reloj, Louis tenia que acabar de despertarse, y seguro que ahora mismo estaría tomando su tazón de leche y cereales. Una mano en mi hombro logró sacarme de mi ensimismamiento.

-Aller, Victoire!- pronunció ma grand-mère, con ese deje de orgullo en la voz al saber que cursaría en la misma escuela que mi magmi y sus hermanas.

Tanto ella como ma grand-père me miraban con los ojos brillantes, sin dejar de hablar de lo sorprendidos que estuvieron de mi decisión y de que llevara en Francia dos años para perfeccionar mi francés, el que aún tenía un deje de ingles al pronunciar ciertas palabras. A cada paso que dábamos sobre el punte que unía el pequeño promontorio con la costa, el colegio iba apareciendo frente a nuestros ojos; siempre había oído hablar de lo grande y majestuoso que era Beauxbatons; pero no fue hasta que estuve allí frente a sus puertas cuando pude observarlo en todo su esplendor. Las altas torres y las coloridas cristaleras le aportaban un efecto de magnificencia, y cada mínimo detalle que podía observar desde la distancia hacía que mis ojos se abrieran más y más. Si Versalles era perfecto, el castillo de Beauxbatons era simplemente mágico. Al final del puente estaba la entrada de grandes verjas, y allí estaba toda una comitiva de uniformes azules dando gritos de alegría al reencontrarse con viejos amigos. Unos metros antes de entrar me giré y abracé a mis abuelos

Ma fille, Nous n'avons jamais été si fière de toi comme aujourd'hui- pronunció ma gran-meré como una lápida que me contrajo el pecho- Nous viendrons vous chercher pour Noël; Mais vous pouvez rester si vous voulez - afirmo fijando esos ojos azules cómo el agua en los míos.

Me libre del abrazo de ma grad-meré y mire a ma gran-père esperando unas palabras tan aplastantes como las de ella; pero en vez de saltarme con unos de sus aburridos discursos me abrazó y me dio un beso en la frente como único mensaje. Inspiré un par de veces antes de coger el carrito que llevaba mis tres baúles, de acuerdo que usaría el uniforme del colegio, pero en las clases de ballet quería destacar con todo mi esplendor. Con paso decidido y la cabeza lo más alta que podía me dirigí hacia la valla de hierro; que con algunos remates de oro, delimitaban entrada al colegio; y allí fue cuando la vi a ella. Era altas y esbelta, con el pelo hasta más allá de media espalda que caía suelto, libre tan sólo decorado con un pequeño lazo de color azul celeste, a juego con el uniforme; que por otra parte, parecía hecho a medida para ella, ajustándose allí donde debía y terminando a mitad del muslo dejando que sus piernas quedarán a la vista de todo el mundo. No sabía si ella tendría un antepasado como la bisabuela, pero una cosa era indiscutible, quería ser como ella. 

- ¡Arléne! - sonó y ella se giro haciendo que la melena volara de manera que habría derribado hasta a el hombre más estirado. Si, definitivamente, quería ser ella. 

Me acerque con decisión a la verja esperando a que unas cuantas estudiantes fueran redistribuidas entre los alumnos mayores para que les enseñaran el castillo. Cuando llego mi turno la mujer que tenía la lista entre las manos me observo detenidamente por encima de las gafas que tenía apoyadas sobre la punta de la nariz.

- Tu es Delacour? - pronunció con una voz aguda y molesta sin preguntarme siquiera si era así o no y comenzó a buscar cuidadosamente entre la lista algo frustrada al no encontrar mi nombre. 

-  Maintenant oui, mais sera Weasley, Victoire Weasley -pronuncie altiva señalando mi nombre al final de la lista. 

- -D'accord, Arléne votre tour - la chica morena se acercó hasta donde estábamos y volvió a analizarme con esa autosuficiencia latente con la que yo la miraba a ella, antes de sonreír planeando algo que todavía yo no llegaba a comprender 

- Aller, infructueux, Je n'ai pas toute la journée.  

- Ne jamais m'appeler comme ça. >>




¿Cómo es Beauxbatons?

Bien, creo que aunque ya os haya contado varios aspectos de Beauxbatons llega el momento en el que describiré a esa "gran" escuela tal y como es. 






Bien, comencemos por la localización, Beauxbatons estaría al sur de Francia; seguramente por la zona de Marsella o Mónaco el sitio exacto sigue siendo un misterio que todos estamos encantados de mantener y que en muchos casos ni se sabe con exactitud. El castillo se alza sobre un promontorio cercano a la costa, sin nada a la vista desde la torre más alta, la tranquilidad del lugar se bebe en el ambiente y no hay problemas para tener que mantener oculto el castillo a los ojos de nadie, pues pocos son los muggles que han llegado a ver Beauxbatons. El acceso al castillo se hace gracias a un largo puente de piedra que se va alzando según te acercas a la construcción, el puente se sumerge en el mar impidiendo la entada al recinto. La gran puerta de hierro que da entrada al recinto siempre esta perfecta, las florituras del hierro hace que parezca que es algo más orgánico que ficticio y las flores chapadas en oro y plata ayudan a fomentar esa idea de máximo esplendor y refinamiento. La construcción original del castillo fue más o menos sobre el siglo XI, poco antes que la construcción de Hogwarts; pero en la época de Louis XIV el castillo se tiro abajo y se construyó uno conforme a la moda de ese momento, y ese es el que actualmente se usa. Por eso la estética del castillo es muy parecida a la de Versalles, con altos techos sujetados por finas paredes con grandes ventanales cubiertos con cristaleras que permiten una vista absolutamente perfecta del lugar idílico que ocupa el castillo en la playa.

Centrándonos en el castillo podemos encontrar una clara división entre la zona de estudio, clases y biblioteca, que se encuentran en el ala este, y la zona de dormitorios en el ala oeste sobre el gran comedor de la primera planta. Las salas de estar están compartidas por todos los alumnos de un mismo curso, contando con la separación por género. Cada sala de estar tiene dos tres puertas, la de entrada, la que lleva al pasillo de los dormitorios y la que comunica con el baño a compartir con el curso superior o inferior dependiendo del ciclo en el que estés; salvo en el caso del último año donde se posee un baño propio de último curso. Las habitaciones son individuales y constan de una pequeña cama, un armario y un escritorio, por suerte tienen un gran ventanal que aporta la sensación de mayor espacio. Las clases son grandes vistosas y con grandes pinturas en los techos que muestran las hazañas de los grandes magos de Francia y aquellos que hicieron grandes proezas dentro del territorio francés, la fundadora y su máximo patriotismo son altamente visibles en todo el palacio. La biblioteca es una de los mayores fondos de la escuela, con grandes y luminosas ventanas sólo entrar en ella produce una sensación de acogida que hace que puedas tirarte horas buscando y observando libro tras libro hasta que es de noche. El comedor guarda el mismo esquema que la biblioteca, las mesas circulares con manteles azules se reparten por el gran espacio y en el techo se puede observar una gran pintura del escudo del colegio en tono azul celeste y oro, y al fondo, detrás de la mesa de los profesores un gran lienzo donde la fundadora se sienta a presidir las comidas. 


El castillo principal, alzado en la zona más alta del promontorio es propiamente el colegio, mientras que las viviendas de alrededor conforman un pequeño pueblo de aldeanos muggles que poca diferencia tienen con los aldeanos de una idílica aldea del siglo XVII, salvo por que gozan de los nuevos inventos muggles que se van produciendo; la mayoría de ellos nunca ha salido de allí, pero son felices. Los aldeanos se encargan de mantener en perfecto estado el colegio y las tierras de alrededor, y a cambio el colegio les presta de forma gratuita sus viviendas. En la parte posterior más al sur del promontorio hay una pequeña cala con un dificil acceso y localización; pero una vez que estás allí abajo sólo tratas de disfrutar del mar y el sol. El pequeño pueblo que se extiende a los pies del castillo es la relajación perfecta para pasar los fines de semana de verano. 


Esto es una pequeña descripción de la escuela; se que seguramente se me olvidarán millones de detalles que estaré encantada de contaros si me decís cuales son.